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La desglobalización trae oportunidades para la economía de México

Una nueva etapa en la historia del mundo genera nuevos retos y oportunidades que México puede aprovechar para apuntalar su economía y generar bienestar a su población.

En la reconfiguración de la economía, las inversiones y el comercio en el mundo, entendida como desglobalización, México puede salir triunfante o ver jugar a otros países desde la banca.

El panorama gris previsto para la economía global en 2023 no solo obedece al conflicto entre Rusia y Ucrania o posible desaceleración en Estados Unidos, la economía más grande del mundo.

De acuerdo con Gabriel Casillas, economista en jefe para América Latina de Barclays, “hay un trasfondo más importante y ese es que el mundo se está desglobalizando, y eso tiene implicaciones negativas, pero también positivas”.

El concepto implica que el mundo está dejando de operar a escala global, como lo venía haciendo a través de la cooperación económica y de la integración entre los países a partir de la caída del Muro de Berlín y hasta después de la crisis económica global de 2008.

Ahora, regresan los liderazgos que hablan de autosuficiencia: el brexit en 2016 y Donald Trump en 2017, explica Mario Correa, presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF).

También en México, el presidente Andrés Manuel López Obrador llegó al poder en 2018 con el discurso de “no hay mejor política exterior que la interior”, además de buscar la autosuficiencia en combustibles y alimentaria, dada la dependencia de Estados Unidos en estos sectores.

“La autosuficiencia no tiene sentido porque, llevada al extremo, volveríamos a ser recolectores y cazadores. Es muy desafortunado que se esté dando este movimiento de desglobalización, porque implica menos cooperación, mayores costos, más conflictos y fricciones. Es mala noticia para el mundo”, opina Correa.

¿Adiós a la globalización?

 

Tras una percepción de desglobalización, un informe del McKinsey Global Institute refiere un mundo profundamente interconectado, flujos comerciales internacionales resistentes a pesar de la disrupción por la pandemia y las turbulencias económicas y políticas, empresas multinacionales que hacen dos tercios de las exportaciones mundiales, además de una integración impulsada por los flujos internacionales de intangibles, servicios y estudiantes.

La mayoría de los flujos mundiales de bienes, servicios y datos siguieron creciendo o, incluso, se aceleraron en los años 2020 y 2021, refiere McKinsey en un informe publicado a finales de 2022.

“Aunque se habla de una desglobalización, yo considero que esto no es posible, nohay marcha atrás a la globalización. Las economías están interconectadas, lo que sucede en un punto geográfico tiene un impacto exponencial alrededor del mundo, y a esto se le llama efecto mariposa”, explica Aribel Contreras, coordinadora de la licenciatura en Negocios Globales de la Universidad Iberoamericana.

Para muestra, un botón: la pandemia dejó al descubierto la importancia del multilateralismo para el tema de las vacunas, y con la guerra se hizo evidente que lo que sucede en Ucrania y Rusia ha afectado a nivel global, especialmente, con el alza en los precios de los combustibles y de los granos, refiere la especialista en comercio exterior.

“La globalización no se ha detenido, simplemente toma nuevos matices, nuevos ritmos y nueva velocidad”, enfatiza Contreras.

En su libro The Globalization Myth, Shannon K. O’Neil advierte una regionalización global que se está conformando por tres grandes bloques: Norteamérica, Europa y Asia, y que la manufactura será la actividad predominante. La también vicepresidenta de Estudios Nelson y David Rockefeller para Latinoamérica del Council on Foreign Relations (CFR), abunda que la regionalización genera beneficios para los consumidores porque estimula la innovación y la creación de empleos que agregan valor.

Oportunidades

 

En esta reconfiguración, México puede tomar o dejar ir las oportunidades. Antes, en pleno auge de la globalización y con China en la Organización Mundial del Comercio, se buscaba fabricar las piezas de productos como tenis, celulares, computadoras y autos en diferentes partes del mundo y así tener precios competitivos.

Gran parte de las fábricas se fueron a China por los bajos costos laborales. Tras la pandemia, quedó en evidencia la fragilidad de estas cadenas de producción y de suministro.

Ahora, se reconfiguran en busca de tener los centros de fabricación más cerca de los mercados (nearshoring). Aquí es donde hay una oportunidad para México, pues Estados Unidos seguirá siendo la economía más “pujante y poderosa”, además de que cada día cobra más sentido el desarrollo de las economías en bloque, y ambos países ya cuentan con ventajas en materia de integración, considera el economista del IMEF.

“Estados Unidos necesita trabajadores, energías limpias. Además, hay un proceso de descarbonización de la economía en todo el mundo. Este país invertirá dinero para agilizar este proceso, y aquí es donde México tiene oportunidades para generar y suministrar energías limpias, pero para esto se requiere de una política energética diferente”, enfatiza Correa.

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