El cambio climático y el desarrollo urbano representan amenazas críticas para la supervivencia de los corales en 2024, ya que los arrecifes enfrentan un estrés significativo debido al aumento de temperatura y la contaminación proveniente de los centros poblados.
Lorenzo Alvarez Filip, experto en conservación de corales del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en Puerto Morelos, informó que un estudio realizado en agosto de 2023 reveló que más de 10 kilómetros de arrecifes de coral murieron debido al estrés térmico.
“En 2023, los océanos de todo el planeta estuvieron por encima de las temperaturas normales para los arrecifes. Experimentamos temperaturas hasta cuatro grados más altas de lo habitual, y este estrés se mantuvo durante varios meses”, explicó.
Respecto al desarrollo urbano, el especialista explicó que los contaminantes presentes en los mantos acuíferos de las zonas pobladas afectan a los arrecifes al ser ecosistemas interconectados. Esto provoca problemas como el crecimiento de algas, la presencia de metales pesados, sedimentos y enfermedades.
Además, de un estudio que abarcó 173 cenotes explorados en la península, se encontró que el 92% (160 cenotes) estaban contaminados con sustancias como bacterias y virus de origen humano, pesticidas, fármacos, drogas ilícitas, productos de cuidado personal, entre otros.
“Se estima que más de 760 mil millones de aguas residuales con tratamiento básico se descargan legalmente en el acuífero cada año. Estar cerca de grandes centros de población o proyectos portuarios claramente afecta a los arrecifes de coral”, añadió.
Anastazia Teresa Banaszak, investigadora del mismo instituto, destacó la crisis global que enfrentan los arrecifes coralinos, con la mayoría de las especies en peligro de extinción. Se proyecta una pérdida del 70% al 90% de los arrecifes mundiales para 2050, y en el Caribe se anticipa la desaparición de tres millones 500 mil hectáreas de arrecifes.
Ante este panorama, Alvarez Filip enfatizó la necesidad de planificar y establecer áreas marinas protegidas, ya que estas pueden beneficiar a los corales al limitar ciertas actividades, reducir la cantidad de algas y aumentar la presencia de peces herbívoros.
“Es crucial establecer un área con un diseño que represente los hábitats, su forma y tamaño; un plan de manejo con reglas, personal y presupuesto; un marco legal y la participación activa de la comunidad, tanto directa como indirectamente involucrada”, subrayó el experto en corales. Aclaró que la creación de nuevas áreas protegidas no es suficiente si no se asignan recursos adecuados para su operación y sostenibilidad.