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Mike Faist impulsado por el miedo, su mejor aliado

Descubierto para el mundo por Steven Spielberg para el remake de Amor sin barreras, Mike Faist se ha convertido en uno de los actores más prometedores de su generación, un título que refrendó en el Festival de Cannes al recibir el Trofeo Chopard de manos de Demi Moore.

“Siempre busco dejarme llevar por el miedo. Cuando estamos dispuestos a salir de nuestra zona de confort y arriesgamos, las cosas más increíbles empiezan a llegar”, asegura en entrevista exclusiva con Excélsior, el originario de Ohio, Estados Unidos, a quien recientemente vimos en Desafiantes, de Luca Guadagnino y quien próximamente aparecerá en Bike Riders, de Jeff Nichols.

La conversación transcurre en la terraza Chopard del exclusivo hotel Martínez de Cannes, que se ha convertido en un icono de la Costa Azul por hospedar a las estrellas más deslumbrantes del certamen galo.

“Es un gran honor estar aquí, en un festival con una tradición maravillosa que celebra a las películas, a los directores y a los actores. Me encanta, siento que estoy parado en los hombros de gigantes.

 

 

“Me siento abrumado al ser reconocido por esta firma de joyería suiza y por conocer a personalidades como Willem Dafoe… ¡Ufff! ¿lo puedes creer?”, expresa emocionado el actor que ahora forma parte de una selecta lista de actores que han sido reconocidos por Chopard y que incluye nombres como los de Audrey Tautou (Amélie), Léa Seydoux (La vida de Adele), James McAvoy (Fragmentado), Diane Kruger (Bastardos sin gloria) y el mexicano Gael García Bernal (Amores perros, Y tu mamá también).

 

“Un premio como este reconoce el buen trabajo y te alienta para seguir por ese camino. Ésa es la esperanza. Así es que es muy lindo recibir un premio y lo único que quiero es regresar a casa para seguir trabajando bien y mejor.”

¿Cómo eliges tus proyectos?, se le pregunta a Faist, quien responde con una claridad y certeza que solamente confirman las convicciones y el compromiso que tiene con la actuación.

“Sólo acepto las cosas que me dan miedo. No pienso en el género ni el director, sino en personajes en los que pueda contribuir.

“Me han llamado grandes directores, pero sí siento que no tengo nada que aportar, que no voy a ser útil, no hay manera en la que me puedan convencer”, detalla.

Es precisamente en el miedo en el que Mike Faist encuentra el impulso para saltar al vacío y seguir avanzando.

“Para mí, el miedo es un indicador de lo que debería de hacer. En la vida hay que hacer cosas que te asusten, a las que les temas.

“Por supuesto que es difícil rechazar proyectos, pero decir que ‘no’ es el único control que tenemos como actores. Pero cuando acepto un proyecto, voy toda la convicción del mundo.”

Aunque esa determinación es el resultado de una serie de inseguridades que constantemente lo cuestionan si está tomando las decisiones correctas, pues el mundo de la actuación es una carrera tan incierta como improbable.

“La actuación para mí era una aventura imposible. Porque es imposible hacer una película, imposible convertirse en actor, imposible ser escritor o director. En verdad, es algo imposible.

“Porque tienes todo en contra tuya y el mundo te está diciendo que no todo el tiempo. Así es que hay un cierto punto en el que te cuestionas: ¿Será que estoy equivocado o más bien estoy loco? Así es que son luchas internas muy duras que estamos librando todo el tiempo”, reflexiona.

Aunque esos fantasmas también van desapareciendo con la experiencia obtenida en el set, rodeado de gente de la que no deja de aprender y que le dan la seguridad para andar en terrenos escabrosos según su concepto.

“Hace unas semanas platicaba con Steven Spielberg sobre que creemos tener control sobre los proyectos que elegimos, pero la realidad es que son los proyectos los que te eligen a ti.

“Sólo sé que hay películas u obras de teatro de las que quiero ser parte, porque tengo algo que contribuir. Ahí es cuando hay que estar en silencio y escuchar esa voz que te habla.”

Antes de despedirse hablando en español, Faist recuerda que realizó un intercambio estudiantil en Costa Rica, donde aprendió los principios del idioma y la filosofía de “pura vida”.

 

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